CULTURA(S): EN PLURAL Y EN MOVIMIENTO
La concepción
de “la cultura” como patrimonio de una élite “culta”, con altos niveles de
educación y formación intelectual, es etnocéntrica: asume que la propia cultura es superior y juzga
otras culturas con los estándares propios. Empero,
las miradas conservadoras y excluyentes de las culturas también permean otras
aproximaciones más “modernas” y supuestamente más abiertas de las culturas, que con todo no reflejan una mirada más abarcadora e
incluyente de la diversidad intra-cultural, así como de sus transformaciones en
el tiempo.
En
su libro sobre Democratización a través
de Globalización, Gianotten y De Wit
enfatizan que “las comunidades tradicionales son consideradas como reservas
incambiables de tradiciones bonitas que no se deben perder, o como fortalezas
de conservadurismo” y alertan que “ambos enfoques rinden homenaje a la
equivocación fundamental de que las culturas son estáticas e incambiables”:
“En la amazonía
peruana, vive un grupo de indígenas Aguaruna a una distancia de tres días por
barco y diez horas a pie de la ciudad intermedia más cercana. Es uno de los grupos indígenas que ha
mantenido muchas tradiciones, en particular respecto a la explotación de la
selva tropical. Por lo tanto, generalmente
las descripciones de los Aguarunas son muy exóticas, pero nunca dicen que los
días domingos los jóvenes se ponen sus Nikes, porque los hombres van a jugar
fútbol y las mujeres voleibol”.
Pero es hora no sólo de cambiar
nuestros lentes para mirar las culturas de l@s otros, sino de hacernos cargo de
nuestra propia cultura y de nuestra
participación y responsabilidad como vividores/as y hacedores/as de cultura(s)
y encuentros interculturales.
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